Mariana García Guschmer
¿Cómo funciona la terapia online?
De un tiempo a esta parte, las tecnologías y la globalización han cambiado nuestra vida, nuestra manera de ver el mundo, la velocidad de las cosas. La posibilidad de vincularse con personas de muchas partes del planeta, de estar en contacto con otras realidades ha sumado formatos, alternativas y posibilidades.
Hay muchos ámbitos en los que trabajar en esta modalidad se practica hace tiempo: la banca, el diseño gráfico, la investigación….
También puede aplicarse al psicoanálisis.
¿Cómo?
Es preciso entender que la eficacia de hacerlo sin presencialidad es la misma que asistiendo a la consulta.
¿Por qué?
Porque lo importante en psicoanálisis es la palabra, que el paciente hable, que asocie libremente para poder ir construyendo -a partir de ese discurso- la propia historia de deseos y, así, transformar aquello que lo limita, que no le permite trazar su camino.
Además de tener como material de trabajo a la palabra, otra de las premisas del psicoanálisis es trabajar en el diván. Sigmund Freud llegó a la conclusión de que esto era un beneficio para el paciente dado que evitaba, de esa manera, la mirada del analista y eso, probablemente, le permitiera al paciente una ilación más productiva, menos cohersionada de su relato.
Hemos visto en la clínica que muchos pacientes consiguen trabajar mejor de manera online que en consulta precisamente por no tener la presencia física del profesional.
¿Cuándo se indica una terapia online?
Atendiendo a la circunstancia actual de pandemia. En este año 2020 donde hemos tenido que estar dentro de casa durante algunos meses e intentando evitar el contacto social, este tipo de modalidad se ha vuelto de total relevancia. En el caso de pacientes que ya contaban con su propio espacio terapéutico, se ha reconvertido. También, como consecuencia de la situación extraordinaria, mucha gente decidió comenzar su tratamiento y el modo de hacerlo es a través de estas tecnologías.
Puede darse el caso de que el paciente tenga alguna incapacidad física, permanente o temporal que le impida trasladarse a la consulta (este es el caso actualmente de personas con de riesgo respecto de COVID-19). Quienes tienen su espacio terapéutico saben que es un espacio propio y de salud por lo que preservarlo, aunque no pueda ser de modo presencial, es importante.
Las incapacidades psíquicas también podrían ser un elemento que salvar con esta modalidad. Personas que tienen fobias, por ejemplo, que no pueden salir de casa o no pueden salir si no es acompañadas; personas que tienen miedos. Lógicamente esto se tratará en la terapia y poco a poco irán accediendo a ir a consulta presencialmente.
Es una alternativa magnífica para personas con poco tiempo. No hace falta trasladarse, sólo se emplea el tiempo de la sesión, y se puede “acudir” desde cualquier lugar (oficina, casa, etc…).
Incluso es interesante para personas que, deseando emprender este camino, quieran guardar el anonimato.
La globalización nos permite trabajar con profesionales ubicados en cualquier país o ciudad. Podemos elegir con quien tener nuestro psicoanálisis independientemente de dónde esté su consulta. Esto es altamente beneficioso para personas que viven en países donde no hablen su mismo idioma, por ejemplo. O para quienes viven en sitios donde no hay profesionales cerca (entorno rural, por ejemplo).
Lo que cambia en este caso es sólo la modalidad de asistencia. Porque hay unas premisas básicas que, aún en esta singularidad, deben de mantenerse para que el psicoanálisis haga su trabajo.
Hay un pacto analista-paciente en el que se establece:
§ un horario para la consulta: horario que será estipulado entre ambas partes y a partir de entonces exclusivo de ese paciente, asista o no a la consulta (llamada),
§ un tiempo de consulta: una duración de la sesión,
§ unos honorarios del analista: que darán entidad al trabajo de ambos en la sesión.
Hay un compromiso del paciente:
§ Decir todo lo que se le ocurra, sin prejuicios. Asociar libremente todas las ideas que pasen por su cabeza, aun las más disparatadas o “carentes” de sentido.
Hay un compromiso del analista:
§ Su análisis personal, sus supervisiones y su formación permanente.
Como consecuencia de la pandemia que vivimos que hoy en día, esta modalidad permite evitar el contacto físico y reducir la posibilidad de contagio COVID-19.
Ahora bien, ¿qué pasa con esa falta de contacto físico? ¿Lo echamos de menos?
Eso dependerá del paciente y debemos escuchar también esa necesidad. Sin embargo, no es éste un imperativo de la terapia no es una necesidad dado que lo esencial es la palabra, el discurso del paciente, lo que dice acerca de lo que le pasa. Esa, y no otra, será la fuente de trabajo.
Hay circunstancias en las que decantarnos por el modo online obedece a una necesidad puntual y otras en que es la única manera posible.
El psicoanálisis pone esta herramienta a disposición del paciente como elemento disruptivo, incorporando una vez más alternativas para su transformación. Se trata de poder construir a través de su testimonio y no tanto del medio.
El psicoanálisis puede llegar a todas las personas que deseen emprender el camino de transformación necesaria para vivir mejor y construir su salud.
Puedes ponerte en contacto conmigo a través de correo electrónico o teléfono para concertar una cita. También te invito a que me sigas en redes sociales para aprender más acerca del psicoanálisis y cómo transformar tu vida.