Mariana García Guschmer
Copión, inimaginativo.
A Federico
El destino, burlándose de mí,
afirmó aquello
que en juegos
te repetía como mantra.
Seguiste los pasos.
Cruzaste las aguas,
atracando en unas tierras,
que eran mías;
se hicieron nuestras.
Las recompusimos en la memoria,
nos reconciliamos con ellas.
La dicotomía todo lo devora;
celos reeditados
de balcones de juegos,
la alegría de tenerte cerca.
Superaste la apuesta,
gladiador celta.
Partiste con tu barco pirata
Y, otra vez,
me quede huérfana,
rota aunque ancha.
No hay nada que no recojan tus manos laboriosas.
No hay semilla que no germine allí donde la siembras.
No hay mar que no surquen tus pupilas.
No hay abrazos como los tuyos,
que curen las heridas.
Feliz de tenerte siempre a mi lado,
no hay recuerdos sin vos en mi memoria.
Viniste para hacerme la mejor compañía,
a darme el talle de la humanidad.
Gracias,
siempre,
todavía!
