A Sebastián, en su cumpleaños
Un día como hoy hace siete años, mi mundo era otro, la vida era finita. Un día como hoy hace siete años, un huracán reposicionó los planetas y aprendí, súbitamente, -gracias a ti y a otros- que solo soy una puerta, un punto de partida.
Que de algún modo nos hemos elegido para hacer un camino en compañía, cada uno el suyo. Que he de enseñarte algunas cosas, que me enseñarás otras, que la perfección no existe (ni la mía ni la tuya), que es mejor así, que así es real.
Construimos a la vez en este enmarañado pasaje. Descubrimos piedras preciosas, tesoros subestimados.
Veo desplegar en ti un ser humano y pienso en el despertar de la primavera, en el brote de los árboles, su perseverancia y fortaleza y esa obstinación casi inocente de resurgir cada vez.
Tejerte alas me resulta irrespetuoso, porque con tesón pones un pie delante del otro avanzando cada día detrás de tus sueños. Volarás, lo sé, porque el sol amanece en tus ojos.
Como red estoy, haciendo también mi trabajo. Soy espejo en el que puedes mirarte, soy bastón si te hace falta. Pero recuerda que tienes la llave en tus manos, que solo soy una puerta, solo el punto de partida.
